Comencé el camino de la fotografía a fines de los 80 (con esa Canon AE-1 de la foto) y paralelamente he transitado los senderos de la psicología. Ambas rutas me han permitido vivir conectado con las personas, con sus historias, sus dolores, sus alegrías y sueños.
En este caminar descubrí un secreto: E+I=M, emoción más imagen es la fórmula de la memoria. Por esto me declaro un fotógrafo de emociones. No importa el contexto o situación: una celebración familiar, un bautizo, un matrimonio, un evento corporativo, un retrato, una tocata. Donde sea, si hay emociones, ahí estaré.